en el templo de la poesía pura
hay un borracho, un idiota y un perro
los tres se miran, adornados por una luz
que como árbol de navidad en el madison
les llena las caras de color, los hace vivos
nadie se percata del frío
de la nieve, hostil blanco siempre
que pisan con sus pies helados,
patas de pollo sin carne encontradas
en un envoltorio de cartón en el barrio chino
el borracho delira, cree ver a dios
le grita, escupe, toma del vino que le da calor
en la falta de respuesta entiende que el silencio es la mayor de las preguntas.
el idiota perplejo se desnuda, se toca
comienza el show:
el foco lo acompaña, es su amigo
la gente aplaude en la pista
él atónito grita y en el piso caen sus restos
que no se distinguen mas que por el estado MISMO
el perro, observando al hombre
se pregunta por qué
alguna vez lo llamaron a él
el mejor amigo
sabe del instinto de la sangre de la piel
y del murmullo divino
sabe también de la pared de la risa por tv
que escuchó una vez y le rompió el oído
aquél mestizo que sin salud creció
oyó la Voz que lo trajo al mundo
y tras el impulso del arte obró
cagando a su manera