martes, 17 de febrero de 2009

a la antigua

A la antigua,
frivolidad trae desidia.
¿Qué fue del chamuyo,
de los que,
llenos de orgullo,
se retorcían de envidia?

En sórdidas cantinas,
en polvorientos salones,
las cortinas de seda
escondían traiciones.

Ya en la entrada
se olfateaban
la gomina vencida,
las colonias baratas,
y los ávidos hombres
sin esfuerzo podían
distinguir pescados
de sexos en vigilia.

Agobio por loar esas piernas:
a la antigua,
aquellas medias.

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